En el prefacio a esa especie de broma absurda de Estanislao Lem que es Vacío perfecto, una recopilación de reseñas sobre varias obras literarias inexistentes, el prologuista nos dice que Lem intenta así dar vida a (o quizá librarse de) algunas de sus numerosas ideas argumentales, en vista de que tiene muchos más proyectos literarios que vida biológica para llevarlos a cabo. Recurriendo a ejercer de supuesto crítico de unas novelas apócrifas que, atribuidas a autores igualmente ficticios, habría escrito él mismo si la vida pudiera alcanzarle para tanto, el ensayista polaco logra al menos ofrecernos los argumentos o las tramas que su ubérrima imaginación le propone, junto con su “análisis” (es decir, su verdadera explicación) correspondiente. Y para rizar el rizo, al final del prólogo se nos insinúa que éste también, el prólogo mismo, está escrito por el propio Lem. Malabarismo literario.
Vacío perfecto es una obra excelente; un alarde de destreza dialéctica e inteligencia, calculado absurdo e iguales dosis de fantasía e imaginación, y algunos de sus pasajes no pueden dejar de resultarle soberbios incluso al lector más crítico.
He escogido cuatro párrafos para comentarlos aquí; quizá no los mejores, pero sin duda notables, sobre todo teniendo en cuenta la década en que fueron escritos (los 70 del siglo pasado), cosa que debería bastar para hacernos una idea de las impresionantes dotes proféticas de Lem. Las cuatro citas pertenecen a Pericalipsis, una de las “reseñas” que contiene el volumen. Continue